15/10/09

EL ÉXITO

LAS CRISIS PROFESIONALES Y EL ÉXITO

Expectativas


La era de la Igualdad y del acceso a todo por parte de todos viene acompañada, aunque no lo pensáramos, de la era del estrés profesional y el inconformismo. LAS EXPECTATIVAS¡¡¡

La brecha producida entre nuestras expectativas y la realidad que nos acontece promete volvernos neurasténicos, bipolares y caníbales de la competencia. Lo que por un momento considerábamos nuestros activos, formación, energía, capacidad, entrega, se han visto expuestos antes y durante nuestra carrera profesional a punzonazos de realidad que nos llevan a pensar acerca de lo que significa la sociedad de las oportunidades.

En la Edad Media todo estaba más claro. Existían clases sociales. A la aristocracia no se podía llegar ni rezando, ni pagando, ni trabajando. La aristocracia era la aristocracia y los demás eran personas “desafortunadas”, es decir, privadas de fortuna.

En nuestras sociedades democráticas el motto es otro: cualquiera puede optar a llegar arriba, todos tenemos los mismos derechos. Si tienes la energía, algunas ideas brillantes y un garaje puedes conseguir tu gran proyecto. En nuestra sociedad, a diferencia de la sociedad de la Edad Media, el desafortunado se llama perdedor, y a diferencia de la Edad Media nuestra sociedad está normalizada, sobre el papel, y no jerarquizada como la anterior.

En este largo camino hacia la democracia, la igualdad y la normalización del éxito nos hemos olvidado de algunas características que traen la realidad, de lo que verdaderamente hay, a la luz.


Desintegración Comparativa.
Foto de vicentecorona©2009



Primera. Los seres humanos nos comparamos. Cuando un individuo empieza a comparar todos sus activos, formación, energía, proactividad, capacidad y entrega con sus excompañeros de universidad, con ejecutivos de empresas, con políticos, con escritores, catedráticos, periodistas, lo que quieran, y se da cuenta de que él, teniendo la misma formación, habiendo sacado mejores notas, estando más dispuesto a la movilidad, etc, etc, no tiene el mismo rango o éxito que el otro saltan todas las alarmas de las expectativas y frustraciones. Salta lo que comúnmente se llama ENVIDIA.

El análisis del sujeto es sencillo y clarividente. Si esta es la sociedad de la igualdad, de las oportunidades, donde cualquier persona, venga de la familia que venga, puede acceder al éxito y reconocimiento que se merece por qué en la realidad no es así. Su exposición de los hechos es correcta, es más, de esta situación no se ha librado nadie, a todos nos ha sucedido y sucede.

Sólo cuando estamos con personas con las que no podemos establecer ninguna conexión de afinidad profesional o personal, porque nos parece muy extraña, abandonamos la envidia.
 Ejemplo:
nadie compite con la Reina de Inglaterra porque es extraña, habla raro y pocas veces ve a los normales, pero por el contrario, muchos compiten, y como consecuencia envidian a Bill Gates, porque es uno de los pioneros del garaje, yes you can, esfuerzo, proactividad y energía.

Segunda. Otra de las razones por la cual nos cuesta tanto obtener la calma profesional, tan deseada en nuestras vidas, como consecuencia de nuestras expectativas, alentadas por el sistema igualitario, que ya nadie se cree, es la existencia del SNOBISMO PROFESIONAL.

Empecemos explicando que es el snobismo:
un snob es cualquier persona que toma una pequeña parte de ti y la utiliza para llegar a una visión completa de quién eres. Ejemplo práctico: en una cena, en una fiesta, en un encuentro cultural saldrá a la luz antes o después QUÉ HACES, EN QUÉ TRABAJAS. La respuesta que des será determinante para colocarte en la jerarquía social reinante. Es más, la respuesta que des abrirá puertas o te darán con ellas en los morros.

Conclusión: la mentira se impone si quieres cumplir tus expectativas. La normalización de la sociedad con su igualitarismo no existe como tal.


Tiempo y Conexión

Foto de vicentecorona©2009

Tercera. La meritocracia. La meritocracia no existe porque es considerada Darwiniana. Muy cruel con el que no tiene meritos. La meritocracia es difícil de aplicar porque siempre existen factores sociales colaterales y de dependencia que evitan su implantación: hijos, amigos, enamorados, intercambio de intereses para ascender, sociedades, lobbies, subjetividad en las opiniones, etc.

Lo que nos lleva de vuelta al inicio del artículo donde se hablaba de la sociedad igualitaria a diferencia de las sociedades jerarquizadas medievales.

El éxito, antes y ahora, obedece a los mismos patrones. Sé que no obedece a la eficacia, sé que no obedece a la productividad, sé que no obedece a la formación y sé que no obedece a la energía y proactividad. Sé también que la sociedad igualitaria y normalizada se parece mucho a la sociedad jerarquizada medieval y sé que la competitividad, de la que tanto se habla, no se fundamenta en el mérito sino en la esclavitud de los salarios bajos y el aprovechamiento de una masa formadísima que no recibe lo que las sociedades democráticas y del conocimiento prometen.

Sé, ya por último, que las expectativas hay que congelarlas, a la vez que interpretamos, personalmente, el concepto de éxito

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